jueves, diciembre 27

Diciembre


Primero iba a escribir acerca de la Teletón, alguna vez lo hice en otro medio y sacó lamentables roncha entre mi entorno siempre crítico de las cruzadas mediáticas. Pero el discurso de la masa crítica no le compra una silla de ruedas a un niño de la población José María caro ni financia la rehabilitación de una niña que vive en algún cerro de Valpo.

Otro día de diciembre me senté y quise escribir acerca de los 100 años de la Matanza de Santa María de Iquique. Sentía que tenía cosas que decir, especialmente acerca de las mitificaciones de izquierdas y derechas respecto de la Historia. Según cronistas confiables de la época, no murieron 3.600 personas, pero parece que a todo el mundo le interesa el número, como si matar a 100 fuera “poco”. Siempre me ha impactado mucho el esfuerzo del cónsul peruano que trató de sacar a sus compatriotas de la escuela, sabiendo que serían reprimidos por el ejército… pero la respuesta de los obreros peruanos, bandera en mano, fue que si había que morir, morían, junto a los trabajadores chilenos y bolivianos y argentinos que estaban también dentro de la escuela. Desde una perspectiva estrictamente histórica, creo que eso resulta más relevante y más épico que contra muertos que en verdad no murieron.

Luego quise escribir acerca de la Navidad y del ambiente asfixiante que impone el mercado. Una reflexión en el colegio de mi hija gatilló la idea: un profe hablaba en un acto de fin de año que cómo nos sentiríamos si al cumpleaños de uno de nosotros llegaran quienes no fueron invitados y por sobre la convivencia imperara violento el mercado "regulando" las formas de expresar materialmente el cariño.

Finalmente, quise escribir acerca de la muerte trágica del hijo de Cristián Warnken, el pequeñito de poco más de dos años que cayó a la piscina precisamente el día de noche buena. Quise escribir también por otros pequeños que murieron el mismo día y por aquellos que pasaron la navidad debajo de un puente y por esos otros que enjaulados en Centros del Sename no saben de que se trata todo eso que llamamos Navidad.

Quise escribir para recordar que tengo una hija de 10 años que alimenta todos los días mi alma. Sin ella, uno es nada.



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