¿Pa quien escribe uno?.... lógico que pa uno mismo. Nunca tuve un diario de vida, nunca se me habría ocurrido tener uno. La geografía de mi infancia está organizada en mediaguas frágiles y deformes, con escuelas municipales justo antes de serlo, pobres, pobremente pobres, con lindano pa los piojos y leche de caca en jarritos plásticos. Una geografía que parte primero en
Y ahora aquí, sentando frente al monitor parece todo tan lejano y la épica adolescente parece tan extraordinariamente pendeja, vaquera y lejana. Pero nunca torpe. Hace unos días estuve en una jornada y fuí testigo -otra vez- de las peroratas de esos tipos irónicos, con la típica cuña del "que huevá estábamos haciendo".... que es cómo decir "¿cómo nos compramos el paquete?" o "que cantidad de cagadas que nos mandamos".... y claro, al final la pendejada universitaria, casi al borde del entusiasmo ríe ruidosamente y me acuerdo entonces de todas las cagadas que nos mandamos. Tenía 14 años cuando escuchamos en la radio que a Natino, Parada y Guerrero los habían encontrado terriblemente muertos en Quilicura.... y nos fuimos caminando desde Conchalí hasta el aeropuerto pa decirles que estábamos ahí. Estuve en el cementerio general pal entierro. Marchamos largamente por avenida La Paz y sentimos como propio todo eldolor de sus familias.
A los 15 volcamos toda la bronca en las calles cuando supimos lo que le habían hecho a
Siempre me he imaginado esa adolescencia como en llamas. Pasada a humo, contagiada de cimarras que terminaban en algún campus universitario, en la casona vieja de
Pero al final me cuesta sacar algo de ironía pa demostrar en la práctica que estuve donde debía y cuando debía. Los costos fueron distintos pa cada uno y yo hay cosas que no perdono, que no me perdono y hay por cierto también quienes no me perdonan nada. Otros ya lo hicieron y esos son los que valen.
¿Por qué escribo todo esto?, al principio creí que fue por nada, pero mientras lo hago me acordé del Jano, del plato en que comimos juntos, del mimeógrafo en su pieza, de las largas caminatas, de las reuniones, de las marchas, de aguantar la pobla, de la consigna en serio de que NO PASARÁN…y de la celebración a medianoche PORQUE NO PASARON. Me acordé del Jano porque hace varios noviembres atrás, poniendo una carga en un templo mormón de Conchalí, se le activó el pequeño sistema que hizo clic pa que el explosivo lo reventara. A lo mejor por eso me cuesta un poco la ironía cuando me acuerdo de esos locos, viejos e intensos tiempos.
Todos tenemos algo pendiente, algo de lo mío se llama “Pistolita, nadie honrará tu nombre”. Es la historia de mi historia, la que escribo de a poco, cuando me acuerdo y cuando el Jano se viene pa recordar –riendo como siempre- que la puta vida hay que vivirla, disfrutarla y amarla por todos los hermanos que no estan pa vivirla, disfrutarla y amarla.
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