viernes, noviembre 23

Para la Otra Historia


Mañana cuando escriban ya no la Historia de los poderosos, cuando mañana den cuenta de los procesos cortos y largos, cuando se una cada uno de los acontecimientos que hoy percibimos apenas desde las noticias y nuestra indignación, mañana será uno de los días en que dirán que en días y noches como apenas ayer, varios y varias miles salieron a la calles para instalar con su voz el testimonio de una parte de la sociedad cansada de la violencia que se ensaña en la condición de género. Y mañana, nosotros y nosotras, diremos que estuvimos ahí.

Es que hubo momentos en la historia de los pueblos y de las mujeres, en que incluso para los sectores más progresistas la cuestión de la mujer como Sujeto, como Sujeto con derechos sociales, culturales, sexuales y reproductivos y como Sujeto con derechos que eran también políticos y que eran también electorales, resultaban una cuestión lejana e incluso en no pocos casos hasta poco prudente. ¿Cuántas veces no se ha sacado tinta de las venas para escribir los avances posibles y los otros que dan cuenta del desarrollo histórico de los pueblos? ¿Por qué iba a ser esta vez distinto?. En el nombre de las muertas, saludamos hoy un paso significativo en el avance hacia el Respeto.

Como si la historia se hiciera de jirones, de asaltos a palacios y fantásticas tomas del poder, no pocos ni pocas reclaman hoy la poquedad del esfuerzo. Que una sola marcha no cambia nada, que las relaciones históricas de poder, que la cuestión de la relación asimétrica entre las clases y la condición de género, que el conformismo, que el idealismo, que el reformismo… que el revolucionarismo, que, en definitiva, toda forma, toda estructura y todo instrumento de interpretación histórica indican pesadamente que una sola marcha no cambia nada.

Y claro, la sola columna de hombres y mujeres, larga, como alfombra tibia y luminosa, no alcanza a decir mucho, porque no define de manera radical nada, ni certifica ni declara categóricamente nada…. Pero aún así, resulta casi imposible resistirse al encanto de creer que anoche entre los y las miles que marchaban, una parte de la Historia no pudo seguir inalterada. ¿En qué momento las personas logramos tomar consciencia de lo genuinamente histórico cuando, como nudo de acontecimientos, se revela solo el acontecimiento ante nuestra corta mirada? ¿En qué momento discernimos entre el acontecimiento apenas y la serie y los procesos que superan el puro hecho despejado y solo, desvinculado, para oler el perfume delicado de eso que se huele cuando cambia por fin la Historia?.

Una tras otra fueron cayendo para que nosotros y nosotras nos fuéramos levantando. Para que fuéramos dos y luego tres, para que fuéramos carne y alma elevada y multiplicada luego por cientos y hasta que muy pronto en el nombre de todas la columna se hiciera eterna avanzando por la Alameda…el canto claro dijo una y otra que quién ama no mata, no humilla ni maltrata.

Ayer, cuando la marcha concentraba las miradas del transeúnte, una hermana nuestra no pudo llegar para marchar en el centro de Santiago. La Yuriko, justo antes de salir de su casa, recibía el llamado desesperado de una amiga asistente social, había que buscarle refugio a una mujer, con sus dos hijos, que habían logrado escapar de su conviviente que había intentado atacarla con un chuzo. Mientras nosotros avanzábamos por la Alameda, nuestra compañera sentía de cerca el pánico de una mujer que estaba a punto de convertirse en otra cifra de la estadística, en otra parte de esta Historia, en otra muerta simplemente.

Anoche, cuando la larga columna llegó a su fin, cuando contentos y contentas partíamos a repartirnos por todos los rincones de Santiago, una mujer encontraba resguardo en la solidaridad de otros y de otras. La denuncia fue posible solo hoy, porque la policía para estos efectos siempre timorata, ya no entra en las poblaciones tomadas y gobernadas por los narcos.

Así se hace significativa entonces la Historia, cuando cada uno y cada una siente que respiró en una parte de ella, para que mañana cuando la escriban, cuando escriban ya no la Historia de los poderosos, digan que todo fue posible porque hubo quienes estuvieron dispuestos y dispuestas a ofrecer una parte de su voluntad para hacer posible aquello que antes otros y otras sólo alcanzaron a soñar.



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